Cuando un niño empieza a hacer rabietas, algunos lo hacen
con un año y poco, otros lo hacen en torno a los dos años. La mayoría de los
padres pensamos: Lo estoy haciendo fatal, ¿en qué he fallado para que mi hijo
responda de esta manera? Haciendo estas crisis, ¿es que no hay forma de hablar
con él? Que no hay forma de razonar con él y que melilla las que medía en
cualquier sitio.
Pues voy a dar una buena noticia: todos, incluso los niños
mejor educados de este planeta, incluido tú, incluido yo, todos hemos hecho
rabietas. Estas conductas son simplemente parte del catálogo de lo que podemos
hacer de forma instintiva, y toda la especie humana está preparada para
hacerlo.
A lo largo de nuestra historia, ha habido ciertas formas de
actuar que han funcionado en ciertas organizaciones sociales, y entonces se han
ido promocionando y se han ido heredando de forma instintiva.
Si pensamos, por ejemplo, en la etapa en la que no había
mucha comida y había 100 niños, y solo 5 podían comer, mientras los otros 95 se
iban a morir de hambre. ¿Quién sobrevivía? Pues el que hacía la rabieta, el que
no chillaba. Obviamente, ese dicho tan antiguo era uno en esa sociedad. Estas
formas de conducta se han ido afianzando generación tras generación.
Ha llegado un momento en el que a nosotros no nos gustan,
porque en nuestra sociedad ya no son una ventaja, ya no funcionan. Cuando
nosotros educamos a un niño, lo que hacemos precisamente de todo el catálogo de
conductas instintivas de las que disponemos de forma genética, es decirle:
"Estas funcionan, estas no funcionan". Hacemos que las que le van a
servir para adaptarse a la sociedad se promocionen, y vamos eliminando aquellas
que pueden generarle un problema de adaptación.
En el tema de las rabietas, ¿qué pasa si, por ejemplo,
planteo que quiero un coche de alta gama y hago una rabieta delante del
concesionario porque me quedo sin coche? No funciona. Por lo tanto, quiero que
esa forma de impedir las cosas se sustituya por otra que sea más factible, que
funcione mejor en la sociedad.
Cuando un niño, por ejemplo, deja de hacer rabietas y
empieza a ser salamero, o empieza a ser capaz de argumentar las razones por las
que quiere las cosas, a nosotros nos gusta. Son dos mecanismos que funcionan
mejor en nuestra sociedad. Así que tienes que tener claro que todos hacen
rabietas y que lo único que tenemos que hacer es que nuestra forma de actuar le
lleve poco a poco a abandonar esa conducta. Te digo "poco a poco"
porque la clave en la educación es que el resultado nunca es inmediato. Aunque
hagas las cosas perfectas, va a tardar meses o años en que se vea el resultado,
pero se va a acabar viendo.
En el tema de la rabieta, suelo poner tres ejemplos que son
siempre los mismos porque creo que son bastante claros. Hay situaciones que
sabemos que nos pueden llevar a una rabieta, pero que son previsibles y
evitables. Por ejemplo, voy a llevar a mi hijo de tres añitos al cumpleaños de
su primo y le voy a comprar un regalo a su primo, pero a él no le voy a comprar
nada. ¿Quién es el que tiene tres años? Tu hijo. Si lo llevas y no le compras
nada, te va a hacer rabietas. Entonces, o no lo llevas o le compras algo. Es
decir, piensa en las opciones viables y, si piensas en las opciones viables,
evitas la rabieta.
La segunda situación es llegar al cumpleaños del primo, está
jugando con los demás niños y de repente llega y me dice que quiere jugar con
el móvil. Yo pienso de forma razonable que el niño, que siempre está solo, es
hijo único y que puede jugar con otros niños. Es una tontería que esté aquí
enganchado al móvil. Lo que tiene que hacer es jugar con los otros niños.
Entonces, le digo que no, que no le dejo el móvil, y el niño
responde: "Yo quiero el móvil". ¿No ves que va directo hacia la
rabieta y tú diciéndole que no y que no y que no, y llega un momento que te
hace la rabieta? Entonces, ya cambian de opinión, ves que los demás padres te
están mirando de forma extraña, como diciendo: "Fíjate este niño, lo
malcriado que está porque hace rabietas", cosa que también hace el mío.
Entonces, cede y le da el móvil después de la rabieta. Si lo que te está
pidiendo tu hijo, en caso de que llegue a la rabieta, vas a acceder, cede antes
de llegar a la rabieta. Una salida honrosa en este caso hubiera sido decirle:
"Venga, te dejo cinco minutitos con el móvil, pero después tendrías que
jugar con los demás niños". Es mejor que ceder después de la rabieta. Lo
que le estás diciendo es que este sistema funciona. La próxima vez que te diga
que no, ya sabes que tienes que hacer.
Luego está la tercera situación. ¿Qué pasa si, en lugar de
pedirme el móvil, lo que me pide es un cuchillo para ir a jugar con mis primos
a los gladiadores? ¿Le puedes dar un cuchillo de cocina para que juegue con los
primos? No, claramente es algo que le perjudica, y hay que tocar la rabieta.
Tocará aguantar. Tienes que decir que no, porque lo que te está pidiendo
claramente le perjudica. Puede llorar, patalear, revolcarse por el suelo. Si tú
en esa etapa, cuando el niño está haciendo su crisis, intentas intervenir y
explicarle por qué no le puedes dar el cuchillo y que así no se piden las
cosas, el niño no te va a hacer caso.
Tú piensas que estás enfadado con alguien y, en el momento
que estás con el máximo de enfado, llega alguien y dice: "No, tranquilo,
te voy a explicar por qué lleva razón". Te cabreas más todavía. En esa
fase, en la que el niño está con el enfado máximo, no intentes convencerlo de
nada, no intentes explicarle nada, porque en ese momento no es receptivo a la
comunicación. Pero las rabietas son auto limitadas. Pueden durar más o menos,
pero todas acaban del mismo modo: el niño pasa de la rabieta. De repente,
cuando hace ese gesto, quiere decir que ha cedido la rabieta. Busca el
contacto.
Entonces, en ese momento, lo que te recomiendo es que
inmediatamente, si te acercas, lo abraces y mientras lo abrazas le digas:
"No te puedo dar el cuchillo porque hace pupa. Y si me pides las cosas
así, no te las voy a dar. Pero yo te quiero mucho". Quiero que quede claro
que el cariño que le tienes es incondicional, pero lo que te ha pedido no se lo
puedes dar porque le perjudica. Y que esta no es la forma de pedir las cosas.
Un mensaje lo más claro y concreto posible. Es absurdo que luego estés durante
toda la tarde recordándole al niño por qué no le diste el cuchillo y que hay
que ver la que te ha liado en la fiesta. Eso es absurdo. Si haces esto, tienes
las tres situaciones de forma bien definida y actúas de forma adecuada en cada
una de esas situaciones. Ten claro que las rabietas van a desaparecer, pero no
lo van a hacer ni hoy ni mañana.