Reconocer los signos de un trauma no resuelto puede ser complicado.
A veces, las personas que tienen dificultades ingresan a la terapia sin
siquiera saber que han sufrido el trauma que está causando interrupciones en su
vida diaria. La naturaleza misma del trauma tiene que ver con eso.
A menudo, cuando una persona pasa por un evento traumático,
ocurre cierto grado de disociación, y la persona esencialmente bloquea todo o
parte del evento. Por lo tanto, su conciencia del trauma no es precisa, lo que
hace que el diagnóstico sea difícil. Sin embargo, hay algunos signos comunes de
trauma no resuelto que se pueden identificar.
Ansiedad o ataques de
pánico: Algunas personas que padecen ansiedad o pánico en situaciones que
se considerarían normales la tienen debido a traumas que han vivido, como algún
suceso desagradable o negativo, como maltrato en la infancia, una relación de
pareja destructiva, un accidente o una enfermedad propia o de un familiar.
Estas son algunas de las principales causas de ansiedad.
Baja autoestima:
Es como que las personas que han sufrido un trauma tengan un constante
sentimiento de vergüenza, un sentimiento de que son malos, inútiles o sin
importancia. Esto generalmente ocurre cuando el trauma fue una situación de
abuso o agresión que los hizo sentir mal consigo mismos, poco valiosos o
impotentes.
Sufrir de depresión
crónica o continua: Un trauma no resuelto con el tiempo es muy probable que
desencadene una depresión debido a la mala calidad de vida y baja autoestima
por las consecuencias de este. Llega el momento en que la persona empieza a
sentir que tal vez su problema nunca se pueda superar o que no tiene lo
necesario para lograrlo. Por lo tanto, empieza a ver la vida con mucho
pesimismo y se empieza a deprimir.
Miedos inexplicables
o irracionales de personas, lugares o cosas: Practicar la evitación de
personas, lugares o cosas que puedan estar relacionadas con el evento
traumático es común. Cuando sufres un trauma, tu cerebro relaciona ciertos
elementos o acontecimientos como voces, imágenes, situaciones, etc., con
peligro, que sueles evitar para no recordar. Estos miedos pueden ser incluso
incomprensibles para la persona que no sabe por qué los tiene.
Flashbacks o
pesadillas con respecto al evento traumático: Si te vienen situaciones a la
mente de una manera muy vivida, como si las estuvieras reviviendo nuevamente,
pesadillas sobre algo en particular del pasado o pesadillas recurrentes son
algunos síntomas característicos de un trauma.
Adicción y trastornos
alimentarios: En un intento de escapar o adormecer las emociones negativas,
las personas pueden usar adicciones a las drogas, al sexo, a la comida o a
cualquier otra cosa.
Problemas para dormir,
incluyendo problemas para conciliar el sueño o permanecer dormido. Si te sueles
despertar con frecuencia o padeces insomnio crónico, puede ser señal de algún
trauma sin resolver.
Sufrir sentimientos de desapego o sentirse muerto por dentro: Este es quizás el más devastador de los signos porque crea un sentimiento de soledad, de aislamiento. Suele darse cuando la persona lleva mucho tiempo sufriendo o cuando el trauma tiene que ver con algo que la persona valoraba mucho.
Sensaciones de
disociación: Sentirse desconectado de situaciones, en conversaciones,
olvidarse de cosas o bloquear episodios en el pasado, no sentirse como si
fueras uno mismo en ciertos momentos, son algunos signos de disociación.
Hipervigilancia:
Una sensación constante de estar en guardia, te cuesta trabajo confiar en los
demás, estás todo el tiempo a la defensiva por cualquier cosa, te estresa si te
alteras o sientes que tienes que cuidarte por algo malo que va a pasar. Estos
son algunos de los signos de que estás en este estado.
Pensamientos o
acciones suicidas: Un trauma puede ser tan desgarrador que la persona que
lo padece puede sentir que no vale la pena vivir más y es preferible morir a
seguir cargando con las consecuencias de este trauma.
Ira incontrolable:
Episodios de ira sin explicación, molestarse por cosas sin saber por qué o
cosas que sabemos que no nos deberían molestar y no podemos evitarlas. El
famoso mal carácter puede deberse en muchas ocasiones a un trauma no resuelto.
Autolesiones: Cortes
y mutilaciones. Al igual que las adicciones, las autolesiones tienen la
función de anestesiar el dolor emocional con uno físico, ya que, al
propiciárselo, el cerebro genera endorfinas.
Incapacidad para
tolerar los conflictos: Para las personas con un trauma, un conflicto puede
ser un desencadenante de ansiedad muy elevado. Por lo tanto, suelen evitarlos a
toda costa, ya que les recuerda la situación vivida.
Somatizaciones o
síntomas físicos variados e inexplicables: La incapacidad de mover un
brazo, dolor en una pierna sin explicación, problemas sexuales u algún otro
síntoma físico extraño que no tiene una explicación médica puede ser causado
igualmente por un trauma.
Si te identificas con alguno de los signos anteriores o con
todos, es posible que desees preguntarte si es hora de hablar con un terapeuta
sobre tu trauma. Muchas veces, los traumas pueden evolucionar en un trastorno
de estrés postraumático y, como puedes darte cuenta, llegan a afectar la vida
de las personas en muchos aspectos.